Por: Juan Isaías Terrero. 
Viernes 5 de julio de 2024

En un mundo lleno de hastíos y preocupaciones, donde las expectativas y pasiones forman parte del devenir cotidiano, al percibir el desgaste entre un objetivo conseguido y el vacío que genera la inacción subsiguiente al finalizar el máximo extasis de sentido del logro conquistado, subyace en seguida un limbo existencial que empuja al ser humano a ir por más y de no optemperar a su necesidad, nace dentro de sí la insatisfacción y el desdén.

Conforme esa meta fue conseguida, al sujeto se le crea la necesidad de continuar hacía otros objetivos. De no hacerlo la ansiedad, el desahucio emocional y la baja autoestima, se apoderan del individuo, creando un clima estacional nihilista.

Al desmenuzar estas emociones encontradas, entre la superación del objetivo logrado y acto seguido, extinguirse en la línea antagónica de la nada, sumergiendo al individuo inferior, al que Friedrich Nietzche, le llamó "el último hombre," en una espiral descendente. Caso contrario, motiva al hombre superior a buscar significado y propósito, reivindicando la premisa de la superación del hombre por el hombre, dicho de otra manera, superarse así mismo, dando como resultado "el super hombre." 

Nos aventuramos en un profundo océano de paralelismos y reflexiones concluyentes.

Prima facie, un estudiante termina sus estudios y a pesar de la sensación de superación, a lo interno de su Ser, percibe un ardiente deseo de buscar o realizar un trabajo u otros estudios, para poder continuar motivando el avance que desea.

Así mismo, lo hace el joven médico graduado con honores, el cual, se le crea la necesidad de ponerse al servicio de la sociedad para sentirse útil y con propósito de superación. 

Ejemplo contrario, un insidioso jugador compulsivo, denota características nihilistas, al percibir que sus acciones engendran insatisfacciones recurrentes, puesto que, cada juego supone pérdidas constantes y ganancias muy pírricas frente a sus expectativas, trayendo de paso la crisis existencial, un sabor a pesimismo y desdicha que lo vuelve amargado y desgraciado.

La "voluntad de poder," nace del instinto de superación. Es la piedra angular de la "transmutación" o sea, convertir el sin sentido en motor prolífico para las acciones y realizaciones.

Friedrich Nietzsche, pensador alemán que surgió como figura bibotal al finalizar el siglo XIX, nos enseña que, para contrarrestar el nihilismo existencial, el ser humano necesita descubrir en su interior la fuente motivacional que enciende la "voluntad de poder," cuya definición no convencional, se erige como la conquista del "Ser superior," aquél que se aleja del rebaño, cultivando a través de acciones, los anhelos de una vida de logros, de superación personal e intelectual, alejándose del hedonismo producido por quehaceres triviales que cultivan la banalidad y eternizan la esclavitud pertrada como consecuencia de la gratificación instantánea. 

El "hombre del rebaño," es una alegoria que hace referencia a la persona que no lucha por superarse, un individuo que se esclaviza con la dejadez, la procrastinación, la ignorancia, el cultivo de malos hábitos.

Asumiendo comportamientos "gregarios," como paragón social que desencadena la decadencia. Atisbo de frustración, anquilosados en el pasado, culpando a terceros de su flojera, falta de compromiso y amor propio. Siempre buscando a quien culpar de sus infortunios.

Es por ello que, la caterva del "último hombre" representa la malesa que genera el nihilismo, un pantano enrevesasado que engendra la falta de perseverancia, cultivando ansiedades, frustración y pesimismo farragoso, alimento primigenio de desorden mental y agonía existencial, al no hacer nada por superarse así mismo. Sinónimo de bajo valor.

Este tipo de personas son abanderadas de resentimientos, insatisfacción perpetua, odio, envidia y un glosario de sentimientos turbios, imbuidos por la culpa que hace del presente un trago amargo, obnuvilando su futuro al no dedicarse a orientar metas y propósitos definidos.

Entretenidos con la dejadez y comportamientos corrosivos, como productos de la inacción en asuntos nodales para su auto superación. Es un ser desaforrado de espíritu crítico y anclado en su miseria.

Diferente al hombre del rebaño, el "Ser superior" es la figura que subyace de los sacrificios, de las acciones que le dan sentido de control y pertenencia a su vida.

El super hombre, es el producto de la "voluntad de poder," de querer vivir de acuerdo a principios y valores establecidos por sí mismo, alejado de la "manada," ejerciendo control, sacrificios, disciplina y decisión deliberada.

Éste individuo, rompe paradigmas que no se correspondan con la visión más trascendental y productiva que revaloriza su existencia. Sabe lo que debe hacer y lo resuelve.

El hombre superior no busca sentido en su vida, lo crea, lo construye, lo edifica.

Con la pericia, la creatividad, la sed de conocimiento y la formación del pensamiento de justicia y benevolencia, impregnado de empatía, revestido de perdón como entes transversales.

Cincelado por la responsabilidad de hacer las tareas y sacrificios que correspondan para alcanzar objetivos que agreguen valor a su existencia. Alejado de rencores espurios, no hace críticas agoreras, no responde señalamientos infundados y mal intencionados que terceros hagan de su persona. Por igual, no invierte en dañar a terceros para superarse así mismo, al final, la única competencia es consigo mismo y sus objetivos. 

El "super hombre," es reflexivo y cauto, mantiene sus hemociones en la media aristotélica, es observador y prudente, enfrenta con carácter y sabiduría los embates de la vida, asumiendo siempre la responsabilidad de sus acciones, sin culpabilizar a otros por las viscitudes que tienden a ocurrir en el pedregoso camino de la superación. 

En suma, la "voluntad de poder," es la busqueda de plenitud y la conquista de la sabiduría.

Bis a bis de lo expuesto, extraígo un fragmento plasmado en "La Gaya Ciencia, " del filólogo y pensador alemán, Friedrich Nietzsche. 
Cito-.

"Quiero aprender cada día a considerar como bello lo que de necesario tienen las cosas, pues así seré de los que las embellecen. No me interesa hacer la guerra a la fealdad; tampoco deseo acusar, ni si quiera a los acusadores. ¡Que mi única negación sea apartar la mirada! ¡Y en todo y en lo más grande, yo solo quiero llegar hacer algún día afirmador!"