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Cápsula de sabiduría para la felicidad: la filosofía, la ciencia y la vida me han enseñado que (UN RITMO DE VIDA FRENÉTICO NO DA FELICIDAD (1)). José Tavárez.

Si algo caracteriza la época actual es la rapidez con que transcurre todo. Con frecuencia nos encontramos corriendo a todos lados, atendiendo a más de un compromiso laboral, tratando de cumplir con los roles familiares y respondiendo a las urgencias de las redes sociales. Tanta demanda de atención nos obliga a permanecer en alerta constante, lo que eleva el estrés, que a su vez trastorna la salud y la calidad de vida de las personas.


El frenesí en que se vive es alimentado por una cultura que obliga a consumir sin criterio, al cambio constante debido a la obsolescencia programada y al endeudamiento más allá de las posibilidades. Entre las consecuencias del desenfreno consumista tenemos un planeta cada vez más contaminado por plásticos y desechos tóxicos que arruinan el ambiente, afectan la productividad y reducen los espacios de recreo.


En este clima va quedando cada vez menos espacio para el pensamiento, la reflexión serena, cultivo de lo espiritual, el goce estético y la contemplación de las maravillas naturales. Se ha afectado también la comunicación entre las personas, lo que resulta paradójico en el tiempo de la internet, redes sociales y globalización. El bombardeo constante de mensajes, muchos de ellos contradictorios entre sí, ha limitado el intercambio personal y ha generado mucha confusión, por las informaciones falsas y los contenidos tóxicos que se difunden.


La combinación de estos factores dificulta que las personas alcancen la felicidad, atareadas como están tratando de responder a las demandas crecientes de la sociedad de consumo, el pluriempleo, las redes, el estrés y el ritmo vertiginoso en que transcurre el día a día.


¿Qué hacer entonces para lidiar con estas dificultades y alcanzar la felicidad? Eso será materia de nuestra próxima entrega.


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