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Cápsula de sabiduría para la felicidad: la filosofía, la ciencia y la vida me han enseñado que (LA EMIGRACIÓN: VISA PARA UN SUEÑO DIFÍCIL DE ALCANZAR (4)). José Tavárez.

Hoy nos toca responder a la segunda pregunta de las tres formuladas en la entrega anterior: ¿es posible detener el flujo de inmigrantes en países que los atraen? Veamos algunas consideraciones:


Detener la trashumancia humana ha sido un esfuerzo inútil por parte de los territorios hostiles ante la inmigración. Un ejemplo palpable lo constituye el cuatrienio 2016-2020 en EE. UU., donde cerca de 2 millones de extranjeros se sumaron a la población norteamericana, a pesar del discurso antiinmigrante, que ayudó a Donald Trump a ganar las elecciones. El fracaso de las políticas que procuran bloquear el acceso de quienes intentan ingresar a otros países se debe a poderosas razones, entre ellas, las siguientes:


  • Factores económicos: Uno importante es la creciente desigualdad en el acceso a bienes y servicios de calidad. La brecha entre los que viven en la abundancia y las grandes masas sumidas en la miseria se ha ensanchado. La gente se mueve hacia los lugares donde encuentra mejores posibilidades de empleos y de oportunidades que le permitan vivir dignamente. Por otro lado, con frecuencia existe una demanda de ciertos recursos humanos en el país de destino.


  • Las guerras y los desastres naturales: Estos factores desplazan cada año a millones de personas, en ocasiones dentro del mismo país, otras veces fuera de este.  Para ilustrar la situación, la actual invasión rusa ha provocado la salida de unos 5 millones de ucranianos en apenas dos años.  En la vecina Haití, el terremoto de 2010 provocó la salida de cientos de miles de sus habitantes, muchos de los cuales se estableciendo en República Dominicana, otras naciones caribeñas y en Estados Unidos. Este proceso se ha agudizado por la inestabilidad política y la acción de las bandas delincuenciales.


  • Factores sociales, políticos y familiares: Diversas situaciones, como los conflictos étnicos o religiosos y los regímenes autoritarios, empujan a las personas a abandonar sus países. A esto se añaden disposiciones legales nacionales e internacionales que favorecen la reunificación familiar y garantizan los derechos humanos de las personas, sean estas migrantes o no.


¿Resulta realista la pretensión de impedir los flujos migratorios? La población migrante se estima en más de 280 millones de personas, y crece cada día. No parece que este fenómeno se pueda detener o siquiera reducir. ¿Qué hacer, entonces? De eso trataremos en la cápsula.



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