Impacto de las palabras en la salud mental y la sociedad

Cápsula de sabiduría para la felicidad: la filosofía, la ciencia y la vida me han enseñado que (LA PALABRA: UN INSTRUMENTO MUY PODEROSO (III)). José Tavárez.

Para concluir esta reflexión sobre el poder que tienen las palabras, en esta última cápsula nos enfocaremos en los perjuicios que estas pueden causar cuando se utilizan para dañar:

  • Violencia y abuso verbales: Se producen cuando las palabras van dirigidas a causar daño emocional o sufrimiento a las personas. Así como un latigazo deja marcas en la piel, una expresión hiriente puede dejar huellas profundas y duraderas en la mente de quien es objeto de agresión verbal. Esta forma de abuso ataca la autoestima de la víctima, le genera resentimientos y le provoca ansiedad o depresión, entre otros trastornos de salud mental.

  • Estafas y engaños con palabras: Tal como hemos dicho, tenemos un cerebro “adicto a las palabras”, lo que le hace vulnerable a distintas formas de engaño por parte de personas inescrupulosas que se dan a la tarea de usar palabras engañosas con las cuales inducen a sus víctimas vendiéndoles productos o servicios falsos; provocándoles trances hipnóticos bajo los cuales les roban dinero y objetos valiosos; seduciéndoles para negocios piramidales o de inversiones fantasiosas que les llevan a la ruina.

  • Otros usos perversos de la palabra: Desde los Sofistas (siglo V a. C.) sabemos que el discurso se ha enseñado como arte de persuasión, no necesariamente para reflejar la verdad. Ese enfoque es asumido actualmente por los defensores de la “posverdad”. Dada esta posibilidad que ofrece la comunicación, se ha creado una gran confusión donde medran influencers, vendedores de sueños y difusores de teorías conspirativas. Toda esta Babel comunicacional compite con la información objetiva, los datos científicos y el verdadero conocimiento. La situación, aparte de desenfocar a la humanidad de sus legítimas prioridades, le provoca un daño difuso al posibilitar el surgimiento de liderazgos tóxicos y modelos autoritarios; entorpecer las políticas de bienestar, como los programas de salud colectiva y las iniciativas de paz.


Definitivamente, la palabra es un instrumento muy poderoso, usémoslo siempre para el bien. Construir, en lugar de destruir; elevar y proteger a nuestros semejantes, en vez de herirles o humillarles. Asimismo, evitemos ser dañados por otros, después de todo, no ofende quién quiere, sino aquel a quien se lo permitimos.




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