Cápsula de sabiduría para la felicidad: la filosofía, la ciencia y la vida me han enseñado que (HAY APRENDIZAJES NOCIVOS PARA LA FELICIDAD). José Tavárez.


John Locke, filósofo inglés del siglo XVII, planteó que los humanos nacemos como una pizarra en blanco, es decir, sin conocimientos previos. En efecto, solo traemos las capacidades que nos facilitan la adaptación al medio y viabilizan el proceso de socialización. Tan importante es el aprendizaje conductual, que se podría afirmar: “somos lo que aprendemos”.


Desde el nacimiento adquirimos conocimientos al estar en contacto con el mundo y con los demás. Aprendemos en la escuela, con los amigos, a través de los medios electrónicos, y especialmente del entorno familiar en el cual, como dice Serrat: “Nos empeñamos en dirigir sus vidas / Sin saber el oficio y sin vocación / Les vamos transmitiendo nuestras frustraciones / Con la leche templada / Y en cada canción // Niño / Deja ya de joder con la pelota / Niño, que eso no se dice / Que eso no se hace / Que eso no se toca” (Esos locos bajitos).


Por desgracia, junto a los saberes que nos ayudan en la resolución de problemas y el ajuste efectivo a nuestro medio, también interiorizamos otros que resultan desadaptativos, llegando incluso a arruinarnos la vida y a entorpecernos el camino hacia la felicidad. Sobre estos “conocimientos defectuosos” se levantan muchos mitos y prejuicios que nos impiden ver con objetividad cosas tan importantes como el propio cuerpo, la sexualidad, los contenidos de fe y las relaciones interpersonales.


Trastornos comunes, tales como depresión, ansiedad, fobias, ataques de pánico, angustia existencial, entre otros, se originan frecuentemente en distorsiones cognitivas, es decir, en aprendizajes desadaptativos que toman como verdades objetivas. En estos casos conviene la ayuda terapéutica que, entre otras cosas, implique una restructuración cognitiva, desaprender y reaprender contenidos que nos conecten de una manera más efectiva con la realidad. ¡Ojo con lo que aprendemos!




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