Las cuadrillas de emergencias en Turquía y Siria trabajaban bajo un intenso frío a primera hora del martes con la esperanza de rescatar a más sobrevivientes de entre los escombros después de que un terremoto de magnitud 7.8 cobró más de cuatro mil vidas y derribó miles de edificios a lo largo de una extensa región.


Las autoridades temían que la cifra de fallecimientos por el sismo del lunes y sus réplicas continúe en ascenso, mientras que los socorristas buscaban sobrevivientes entre los metales retorcidos y los trozos de concreto en una región asolada por 12 años de la guerra civil en Siria y una subsecuente crisis de refugiados.


Los sobrevivientes lanzaban gritos desesperados de ayuda entre las montañas de escombros, y los rescatistas se las arreglaban para seguir trabajando bajo la lluvia y la nieve. La actividad sísmica siguió remeciendo a la región, incluyendo un nuevo terremoto casi tan fuerte como el inicial. Los socorristas retiraban cuidadosamente grandes pedazos de concreto para poder sacar cuerpos mientras las familias desesperadas esperaban impacientes noticias sobre sus seres queridos.


“Mi nieto tiene un año y medio. Por favor ayúdenlos, por favor. Estaban en el piso 12”, imploraba Imran Bahur el lunes a un costado de los restos del edificio en el que vivía en la ciudad turca de Adana.


Decenas de miles de personas que perdieron su hogar en Turquía y Siria se enfrentaban a una noche helada. En la ciudad turca de Gaziantep, una capital provincial ubicada a unos 33 kilómetros (20 millas) del epicentro, las personas se resguardaron en centros comerciales, estadios, mezquitas y centros comunitarios. El presidente turco Recep Tayyip Erdogan declaró siete días de luto nacional.


El terremoto, con epicentro en la provincia de Kahramanmaras en el sureste de Turquía, obligó a los residentes de Damasco y Beirut a salir a toda prisa a las calles y llegó a sentirse en lugares tan lejanos como El Cairo.


El sismo también llevó más dolor a una región que ha sufrido enormemente a lo largo de la última década. Del lado sirio de la frontera, la zona está dividida entre territorio en poder del gobierno y el último bastión de la oposición, el cual está rodeado por fuerzas gubernamentales con apoyo de Rusia. Turquía, en tanto, alberga a millones de refugiados de la guerra civil siria.


En el bastión rebelde, cientos de familias seguían atrapadas entre los escombros, señaló la organización de emergencia de oposición conocida como Cascos Blancos. En la zona residen alrededor de cuatro millones de personas que fueron desplazadas desde otros puntos del país a causa de la guerra. Muchas de ellas viven en edificios que ya se encuentran destruidos por bombardeos militares.


Los maltrechos centros médicos y hospitales se llenaron de heridos con rapidez, según rescatistas. Otros, como un hospital de maternidad, tuvieron que ser evacuados, según la organización médica SAMS.


Más de 7,800 personas fueron rescatadas en 10 provincias turcas, señaló Orhan Tatar, funcionario de la autoridad nacional para el manejo de emergencias.



La región se ubica sobre grandes fallas sísmicas y es propensa a los temblores. Unas 18 mil personas murieron en 1999 por terremotos similares en el noroeste de Turquía.


El Servicio Geológico de Estados Unidos registró el terremoto del lunes con magnitud de 7,8 a una profundidad de 18 kilómetros (11 millas). Horas más tarde y a más de 100 kilómetros (60 millas) de distancia se registró un sismo de magnitud 7,5, que posiblemente fue una réplica del primero.


Un video muestra cómo un edificio residencial de varios pisos se derrumbaba en la ciudad turca de Sanliurfa a causa del segundo temblor, generando una enorme nube de polvo y los gritos de las personas que se encontraban en el lugar.


Se reportaron miles de edificios caídos en una amplia zona que va desde las ciudades sirias de Alepo y Hama hasta Diyarbakir, en Turquía, a más de 330 kilómetros (200 millas) de distancia hacia el noreste.


Tan sólo en Turquía más de 5,600 construcciones quedaron destruidas, informaron las autoridades. Los hospitales sufrieron daños y uno de ellos colapsó en la ciudad de Iskenderun.


Las bajas temperaturas podrían reducir el tiempo que tienen los rescatistas para salvar a sobrevivientes atrapados en los escombros, dijo el doctor Steven Godby, experto en desastres naturales en la Universidad Nottingham Trent. La dificultad de trabajar en zonas afectadas por una guerra civil podría complicar todavía más las labores de rescate, añadió.


Decenas de países, así como la Unión Europea y la OTAN, no tardaron en ofrecer ayuda que va desde cuadrillas de búsqueda y rescate hasta suministros médicos y fondos. La gran mayoría de ellos fueron para Turquía, pero Rusia e incluso Israel prometieron ayudar al gobierno de Siria, aunque se desconoce si el devastado bastión rebelde en el noroeste del país recibiría asistencia.


El grupo opositor Defensa Civil Siria describió la situación en la zona como “desastrosa”.


La zona bajo control opositor, ubicada en la provincia de Idlib, ha estado sitiada durante años, y los bombardeos rusos y del gobierno son frecuentes. El territorio depende del flujo de asistencia procedente de Turquía para cosas como alimentos y suministros médicos.


El portavoz de la ONU Stephane Dujarric señaló que 224 edificios en el noroeste de Siria quedaron destruidos y al menos 325 sufrieron daños, incluidos almacenes de asistencia. Naciones Unidas ha estado enviando ayuda para 2.7 millones de personas cada mes a través de envíos desde el otro lado de la frontera, los cuales podrían resultar afectados. Diariolibre