El atleta debe dar lo mejor de sí en cinco deportes muy diferentes, que requieren diferentes habilidades y ejercicios”, ha afirmado Francisco. “Como resultado surge la fisonomía de un deportista multifacético, polivalente, que desarrolla diversos aspectos del cuerpo y la mente”.


Además, ha señalado que característica del pentatlón multiplica “la función educativa del deporte”. “Yo diría que no es sólo una suma, sino una multiplicación, porque el pentatleta no es un robot que tiene que realizar perfectamente una serie de tareas, es una persona, y por tanto la operación es mucho más compleja”. Y es que “no hay que añadir una cosa a la otra, hay que armonizar todo: por eso es complejo”.


El valor del poliedro

Ahí radica, para Francisco, el valor educativo, “porque en la vida estamos llamados a actuar de esta manera, implementando diferentes dimensiones de nosotros mismos, según los contextos, relaciones, momentos, etc.”. Por ejemplo, ha señalado que “si eres un genio matemático pero no puedes hacer nada más, tendrás problemas en la vida. Y así para todo: la excelencia está bien, pero la calidad de vida no depende de eso, depende de un buen promedio en diferentes situaciones, es decir, de un equilibrio, o mejor dicho, de una armonía de las distintas dimensiones”.


“Aquí también emerge el valor del poliedro, de una personalidad multifacética, que presupone una unidad fuerte, un centro sólido, una gran coherencia y, al mismo tiempo, la capacidad de cambiar, de adaptarse, de tener muchas fases, de moverse… Una estabilidad en versatilidad”, ha continuado. “Y este es un valor, un valor que marca un poco la madurez de las personas”. -vidanuevadigital