En 2022, la guerra en Ucrania sacudió al mundo y provocó el mayor brote inflacionario a nivel global de los últimos 40 años. Mientras tanto, cuando la pandemia parecía haber quedado atrás, un rebrote de COVID-19 en China provoca incertidumbre y preocupación en el planeta. El incierto futuro de los acuerdos nucleares entre las grandes potencias, una disputa tecnológica cada vez más dura entre China y EE. UU., y la posibilidad de una nueva carrera espacial empiezan a ganar terreno.


En un mundo tan convulsionado, ¿qué temas nos tienen que preocupar en el año que recién comienza? En este informe de DEF, pasamos revista a la agenda global de 2023.


Ucrania, la guerra sin fin

Ya superamos los 10 meses desde el inicio de la invasión rusa y seguimos lejos de una solución al conflicto en Ucrania. En el último período del conflicto, los bombardeos rusos están apuntando contra la infraestructura energética y buscan minar la moral de la población civil.


Los expertos especulan con una nueva gran ofensiva de Vladimir Putin a comienzos de 2023. En los meses más duros del invierno, el Kremlin buscará limar la moral de la población y forzar negociaciones. Mientras tanto, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, reclama a sus aliados de Occidente más baterías antiaéreas, nuevas piezas de artillería de largo calibre, tanques y blindados para resistir al invasor.


Su canciller se muestra abierto al diálogo, pero exige el retiro de las tropas rusas de los territorios invadidos y un tribunal que juzgue los crímenes de guerra del país agresor. Mientras tanto, las sanciones económicas y el tope al precio del petróleo por parte de EE. UU. y sus aliados buscarán seguir asfixiando la economía rusa. En ese frente, será clave la actitud que adopten China e India, que son hoy los principales compradores de los hidrocarburos rusos.


Desarme nuclear: un panorama incierto

En 2021, cuando la situación mundial era otra, los mandatarios de EE. UU., Joe Biden, y de la Federación Rusa, Vladimir Putin, acordaron extender hasta 2026 el tratado START II, de reducción de armas estratégicas.


La invasión a Ucrania llevó a un congelamiento de los vínculos entre Moscú y Washington. De todos modos, el tema nuclear quedó bajo un “paraguas” que buscó evitar la ruptura de los contactos entre Rusia y EE. UU. en ese frente tan sensible. Se esperan definiciones en los próximos meses.


En el plano global, el Instituto Internacional de Estocolmo de Investigaciones para la Paz (SIPRI) alertó sobre el fin de la distensión posterior a la Guerra Fría. En su informe de 2022, el SIPRI advirtió que “todos los países con armas nucleares están aumentando o mejorando sus arsenales y la mayoría está exacerbando la retórica nuclear y el papel que desempeñan las armas nucleares en sus estrategias militares”.


Mientras tanto, siguen estancadas las negociaciones para limitar el desarrollo del programa nuclear iraní. El régimen de Teherán se encuentra debilitado por las protestas internas, pero en los últimos meses se ha convertido en un proveedor de drones suicidas de Rusia en su ofensiva bélica contra Ucrania, acentuando aún más su aislamiento del concierto internacional.


La posibilidad de un Irán nuclear alerta al planeta, ya que generaría un desbalance en el golfo Pérsico con sus enemigos sunitas de la península arábiga. Dos de ellos, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, han estrechado sus vínculos con Israel desde los Acuerdos de Abraham, en un frente común antiiraní.


5G, semiconductores y una nueva carrera espacial

Otro frente abierto, en el que los vínculos entre China y EE. UU. están muy deteriorados, es el tecnológico. El desarrollo de la red 5G de telefonía móvil y el acceso de Pekín a los microchips más avanzados es un terreno de disputa entre Pekín y Washington.


EE. UU. quiere impedir, a toda costa, que el régimen chino avance con nuevos acuerdos para la instalación de redes 5G en países en desarrollo, como ya ocurrió con los contratos de Huawei con Arabia Saudita y Turquía. En ese contexto, América Latina aparece como uno de los mercados que más ambición generan y que incomodan a Washington. Está por verse la actitud que tomará el Brasil de Lula Da Silva en este tema tan álgido.


Otro flanco muy espinoso en el ámbito tecnológico es el acceso chino a la fabricación de los semiconductores más avanzados, de menos de 5 nanómetros. El Congreso de EE. UU. sancionó en 2022 una ley proteccionista, conocida como Ley CHIPS, que brinda incentivos al desarrollo de esa tecnología en países aliados de Washington y restringe el acceso de China a esa tecnología.


Un tercer ámbito de disputa es el que podría dar lugar a una nueva carrera espacial. En particular, la competencia entre China y EE. UU. se centra en el regreso del hombre a la Luna y en el desarrollo de programas para llegar a Marte en el mediano plazo. Mientras en China es el Estado quien monopoliza este tipo de iniciativas, en EE. UU., además del histórico papel de la NASA como agencia rectora de la política espacial, ha ganado espacio en los últimos tiempos la participación de firmas privadas coordinadas con la NASA, como Space-X, de Elon Musk, y Blue Origin, de Jeff Bezos.


Nuestra región no está ajena a la disputa espacial y Washington objeta la falta de transparencia de la estación espacial china ubicada en la localidad neuquina de Bajada del Agrio. Desde Pekín, insisten en que se trata de una infraestructura que forma parte de la Red de Espacio Profundo y que no hay nada oculto en su funcionamiento.


Una agenda caliente

En un mundo convulsionado, las potencias intentan ganar terreno en la disputa por el liderazgo global.


Mientras tanto, guerras, amenazas nucleares y nuevas carreras por la conquista del espacio prometen agitar los tiempos que vienen. Los próximos meses serán claves en la configuración del nuevo orden global. Infobae