A mi juicio, la palabra que mejor describe el estrés es la palabra sufrimiento y ahí me viene a la mente una frase de Siddhārtha Gautama, Buda, que quiero compartirla con usted: “El dolor en la vida es inevitable, pero el sufrimiento es optativo”, me parece una frase extraordinaria”, comienza diciendo a Infobae el doctor Daniel López Rosetti, médico (MN 62540) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA).


Esta frase explica una máxima fundamental: el dolor en la vida es inevitable, las pérdidas económicas, laborales o de afectos, las muertes de familiares son situaciones que nos ocurrirán, más tarde o más temprano, a la mayoría de nosotros. “A lo larto de nuestra vida nos encontramos con diversos problemas que enfrentar. Eso provoca dolor. En nuestros términos es estrés agudo”, agrega López Rosetti quien es además presidente de la Sección de Estrés de la World Federation for Mental Health (WFMH), y es autor de libros como: “Emoción y sentimientos” (Ed. Planeta, 2017), “Equilibrio. Cómo pensamos, cómo sentimos, cómo decidimos. Manual del usuario.” (Ed. Planeta, 2019), entre otros.


El estrés es un fenómeno normal que nos alcanza a todos. No existe la vida sin estrés, Esta idea puede resultar para algunos desagradable, pero es así: vivir implica necesariamente cierto nivel de estrés.


Por eso, el estrés es un proceso normal del organismo, una reacción incluso indispensable para responder adecuadamente a los desafíos y contingencias de la vida.


Ahora, si el dolor agudo se perpetúa en el tiempo hasta llegar a convertirse en estrés crónico o en sufrimiento, eso es un problema. “Y es un problema evitable, es ahí cuando la frase de Buda me parece muy poderosa para entender qué podemos evitar”, dice el médico.


¿Qué condición es opuesta al sufrimiento? La felicidad. Recordemos la diferencia entre emociones y sentimientos: la emoción es una vivencia intensa y aguda (el miedo, la ira, la tristeza, la alegría, la sorpresa) que se extiende por poco tiempo: minutos, alguna hora, no más que eso.


Los sentimientos son otra cosa. “Los sentimientos son experiencias vivenciales que tienen más de razonamiento y componente mental o cognitivo (el amor, el odio, la culpa, la esperanza, por ejemplo). Y la felicidad es un sentimiento, es una expresión anímica que perdura mucho más que las emociones”, suma el experto.


Entonces, podemos gestionar la realidad a favor de nuestros intereses emocionales y producir lo opuesto al sufrimiento, aquello que Aristóteles definió como el fin último de todo ser humano: el bienestar y la felicidad.


Así como la destrucción de los cimientos de un edificio en la planta baja es capaz de derribar toda la construcción, las alteraciones emocionales echarán por tierra todos los esfuerzos racionales por alcanzar la felicidad, el bienestar y el éxito. “Resulta que nuestro sistema nervioso se fue desarrollando paulatinamente, de abajo hacia arriba, igual que un edificio: desde la planta baja a los pisos superiores, desde la emoción al pensamiento. Por todo esto, y para alcanzar el bienestar emocional, convertir el dolor en sufrimiento en buena medida depende de nosotros y es eso lo que tenemos que evitar: eludir el estrés crónico provocado por la experiencia vinculada al sufrimiento”, cierra Rosetti.


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