Un reciente trabajo titulado Mind After Midnight (La mente después de la medianoche), realizado por científicos de las universidades de Harvard y Pennsylvania, detalló una hipótesis que hará reflexionar a quienes postergan el dormir por un capítulo más de una serie, la última copa de vino para terminar la botella o escudriñar en Twitter.


El planteo sugiere que cuando estamos despiertos después de la medianoche circadiana biológica, para la mayoría de las personas se producen cambios neurofisiológicos en el cerebro que alteran la forma en que interactuamos con el mundo, especialmente las acciones relacionadas con el control de los impulsos, el procesamiento de recompensas y el procesamiento de información. El trabajo fue publicado en un artículo de la revista Frontiers in Network Psychology.


Según los especialistas se observaron modificaciones pueden hacer que sea más probable que se vea el mundo de manera negativa, se involucre en comportamientos dañinos y se tomen decisiones impulsivas (incluidas aquellas asociadas con comportamientos adictivos como el abuso de sustancias y el juego) sin pensar completamente en las consecuencias.


“La idea básica es que, desde un punto de vista evolutivo, global y de alto nivel, el reloj circadiano biológico interno está sintonizado hacia procesos que promueven el sueño, no la vigilia, después de la medianoche”, explicó Elizabeth B. Klerman, investigadora en el Departamento de Neurología del Hospital General de Massachusetts, profesora de Neurología en la Facultad de Medicina de Harvard y autora principal del artículo. Ella describe la hipótesis como un llamado para que los investigadores realicen nuevos estudios para comprender mejor cómo estas diferencias circadianas afectan el comportamiento, la toma de decisiones y el desempeño laboral durante la noche. Estos podrían identificar estrategias que pueden ayudar a las personas a sobrellevar la situación.


Los hallazgos podrían tener efectos de gran alcance en las personas que deben estar despiertas por la noche para trabajar, incluidos pilotos, policías, trabajadores de la salud y personal militar. La investigación también podría conducir a nuevas estrategias para reducir los trastornos por uso de sustancias, los delitos violentos, los suicidios y otros comportamientos nocivos.


“Hay millones de personas que están despiertas en medio de la noche, y hay bastante buena evidencia de que su cerebro no está funcionando tan bien como lo hace durante el día. Mi petición es que se realicen más investigaciones para analizar eso, porque su salud y seguridad, así como la de los demás, se ven afectadas”, dijo Klerman. Pasada la medianoche, las personas corren un mayor riesgo de adoptar conductas dañinas como el suicidio, los delitos violentos y el consumo de sustancias, según investigaciones anteriores.


Por ejemplo, Michael L. Perlis, profesor asociado de Psicología en la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pennsylvania (UPenn) y coautor de la hipótesis Mind After Midnight, descubrió que si ajusta la cantidad de personas que están despiertas en un momento dado, estadísticamente es más probable que ocurran suicidios durante las horas de la noche. Los homicidios y otros delitos violentos también son más comunes por la noche, al igual que los riesgos por el uso ilícito o inadecuado de sustancias como el alcohol, el cannabis y los opiáceos.


Las elecciones alimentarias en estas horas también tienden a ser poco saludables, ya que buscamos más carbohidratos, grasas y alimentos procesados y, a menudo, consumimos más calorías de las que necesitamos. Los especialistas sugieren que es mucho más fácil cometer un crimen al amparo de la oscuridad. Además, hay menos personas alrededor y despiertas por la noche para ayudar a controlar el comportamiento. Sin embargo, es probable que también haya una base biológica. Klerman explica que la influencia circadiana en la actividad neuronal de nuestro cerebro cambia en el transcurso de 24 horas, lo que genera diferencias en la forma en que procesamos y respondemos al mundo.


Por ejemplo, el afecto positivo, la tendencia a ver la información bajo una luz positiva, está en su punto más alto durante la mañana, cuando las influencias circadianas están sintonizadas con la vigilia, y en su punto más bajo durante la noche, cuando las influencias circadianas están sintonizadas con el sueño. Paralelamente, el afecto negativo: la tendencia a ver la información bajo una luz negativa o amenazadora es más alta durante la noche.


El cuerpo también produce naturalmente más dopamina por la noche. Esto puede alterar el sistema de recompensa y motivación y aumentar la probabilidad de participar en comportamientos de riesgo. Esta interpretación sesgada de la información luego se envía a las partes del cerebro responsables de la toma de decisiones, que normalmente trabajan para controlar las distracciones emocionales negativas y enfocarse en el comportamiento orientado a objetivos.


Sin embargo, por la noche, estas partes del cerebro también están sujetas a cambios influenciados por el ritmo circadiano que pueden afectar la toma de decisiones, el funcionamiento y la priorización. De repente, su visión del mundo se estrecha y se vuelve más negativa, comienza a tomar malas decisiones y es posible que el mapa mental que crea del mundo que lo rodea ya no coincida con la realidad.


Según los autores, se podría terminar bebiendo demasiado, omitiendo un diagnóstico crucial de un paciente, estrellando un camión. Klerman experimentó algunos de estos sentimientos de primera mano cuando luchó por conciliar el sueño después de atravesar un desfase horario severo durante un viaje a Japón.


“Si bien una parte de mi cerebro sabía que eventualmente me quedaría dormida, mientras estaba acostada y viendo el reloj hacer tic tac, estaba fuera de mí. Entonces pensé, ‘¿y si yo fuera un adicto a las drogas? Estaría tratando de conseguir drogas ahora mismo. Más tarde me di cuenta de que esto también puede ser relevante si se trata de tendencias suicidas, abuso de sustancias u otros trastornos de los impulsos, apuestas u otros comportamientos adictivos. ¿Cómo puedo probar eso?”, dijo.


Mind After Midnight sigue siendo una hipótesis, que requerirá validación a través de estudios de investigación cuidadosamente elaborados. En un giro irónico, la mejor manera de recopilar estos datos sin los efectos confusos de la pérdida de sueño requerirá que los investigadores y el personal del estudio estén despiertos y trabajando después de la medianoche, por ejemplo, tomando imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) de los participantes del estudio cuyo los ciclos de sueño se han ajustado cuidadosamente para la vigilia nocturna o la realización de otros protocolos.


“La mayoría de los investigadores no quieren que los llamen en medio de la noche. Tampoco los asistentes y técnicos de investigación quieren estar despiertos en medio de la noche”, reconoció Klerman. “Pero tenemos millones de personas que tienen que estar despiertas por la noche o lo están involuntariamente. Algunos de nosotros tendremos que sufrir molestias para que podamos prepararlos mejor, tratarlos o hacer lo que podamos para ayudar”, concluyó.


- infobae