Por lo general el objetivo que perseguimos los psicólogos es lograr tras la terapia un cambio de un determinado comportamiento definido como conducta problema y que muchas veces suele ser el motivo de la consulta. 


Sin embargo, antes de centrarnos en trabajar en el cambio comportamental, los psicólogos debemos de enfrenarnos a dos retos fundamentales: el establecimiento de un vínculo terapéutico de confianza, empatía y el cambio motivacional.


Partiendo de que siempre es más fácil que cambien aquellas personas que están dispuestas a cambiar y es trascendental saber e identificar en que etapa está el paciente desde el inicio del proceso terapéutico, para saber si es factible pedir un cambio en el comportamiento o si se está aún en fase prematura.


Los psicólogos norteamericanos James O. Prochaska y Carlos Diclemente crearon un modelo (Modelo Transteórico de Prochaska y Diclemente 1982) para intentar comprender qué, cómo, cuándo y por qué cambian las personas. Este modelo nos brinda la oportunidad de comprender que el desarrollo humano no es lineal, sino más bien es circular, y que los seres humanos podemos pasar por diversas fases e incluso estancarnos y retroceder en el camino del cambio.


Este modelo en su inicio se realizó dentro del contexto del tabaquismo y ha demostrado ser constante dentro de cualquier tipo de proceso de cambio. 


Por lo general estas fases se ilustran en manera de círculo o rueda y son 6:  

  • 1. Precontemplación: La persona todavía no ha considerado que tenga un problema o que necesite introducir un cambio en su vida. En consecuencia, no suele acudir por cuenta propia a terapia. 

  • 2. Contemplación: La persona considera y rechaza el cambio a la vez, se siente ambivalente. Aunque es consciente del problema, la balanza que recoge los motivos para cambiar y los motivos para continuar igual?está muy?equilibrada. 

  • 3. Preparación: También llamada etapa de “Determinación”. La persona está motivada hacia el cambio, lo que para el terapeuta supone un período ventana para aconsejar el recurso terapéutico más beneficioso. En caso de no conseguir que la persona avance a la etapa de “Acción”, esta retrocederá a la etapa anterior. 

  • 4. Acción: La persona se implica en acciones que la llevarán a un cambio, por lo que el objetivo es cambiar el problema que se desea resolver. 

  • 5. Mantenimiento: Se intenta mantener en el tiempo el cambio conseguido en la etapa de “Acción” y prevenir recaídas. 

  • 6. Recaída: La persona vuelve a realizar el comportamiento que había cambiado o estaba en proceso de cambiar. Tras esto, el sujeto vuelve a una etapa anterior; es labor del terapeuta motivar y consolar al paciente para que la regresión se dé en una etapa lo más cercana posible a la acción.

El uso de estrategias adecuadas

Considerar el estadío de cambio en el que se sitúa un paciente debe ser una prioridad dentro del proceso de evaluación que un clínico realiza a un paciente, tanto si se trata de un problema de conductas adictivas como si se trata de un cambio de conducta. Una vez establecido esto, se deben aplicar las técnicas que consigan hacer avanzar a la persona por el proceso de cambio hasta llegar a la meta del mantenimiento. Aplicar tareas que no se ajustan a la realidad del paciente producirá con toda seguridad una resistencia terapéutica en el paciente que causará posiblemente el abandono de la terapia. Y es que en palabras de Miller y Rollnick,?“la resistencia terapéutica aparece cuando el terapeuta utiliza las estrategias equivocadas para la etapa actual del paciente”.




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