Si hay un tema que preocupa cada vez más a todos aquellos que tienen responsabilidades de conducción en las organizaciones es la del cambio vertiginoso. Cómo responder de manera ágil, con celeridad y precisión ante un contexto que no para de transformarse, en múltiples variables, a una velocidad que se incrementa exponencialmente. Y con la dificultad adicional de que dichos cambios no son lineales, sino por espasmos, que por momentos pareciera que se calman y repentinamente vuelven a aparecer con una virulencia jamás imaginada.


El gran inconveniente es que la mayoría de los líderes fuimos educados para entornos mucho más lógicos, lineales y previsibles, en los que se podrían modificar solo algunas de las variables, y a un ritmo mucho más lento, más programable, con lo que adaptarse era mucho más simple. Sin embargo, los desafíos actuales nos demandan novedosas maneras de pensar y actuar.


Las soluciones del pasado ya no son aplicables y los modelos aprendidos tradicionalmente son difíciles de ajustar a las problemáticas presentes. De tener todas las respuestas en la caja de herramientas pasamos a generar las preguntas más potentes y encontrar en diferentes personas y lugares las claves para tomar las mejores decisiones, que son dinámicas y situacionales.


Evidentemente, el liderazgo heroico tradicional —representado por la pirámide organizacional—, evolucionó a un “sistema de liderazgo”, que es circular y en equipo, en el que las responsabilidades van rotando todo el tiempo y cada integrante del ecosistema tiene la posibilidad de liderar según las circunstancias. De jerarquías, donde pocos orientan a muchos, a redarquías, en las que múltiples equipos, más ágiles y pequeños, interactúan continuamente. De la dependencia a la interdependencia.


Y es, precisamente cuando los cambios son exponenciales, que se busca un enfoque de liderazgo distinto, superador, que se ajuste a las nuevas realidades y demandas.


Lisa Key Salomon, quien actualmente se desempeña en la d.school, la reconocida escuela de diseño de la Universidad de Stanford, nos propone el Modelo de Liderazgo Exponencial que impulsó desde su rol de directora de Transformación y Liderazgo de Singularity University. El mismo se basa en cuatro pilares en lo que en los tiempos que atravesamos se debería focalizar cada líder para poder responder apropiadamente a los diferentes desafíos, capitalizar las oportunidades y desplegar su mejor versión:


  • - Futurista: para visualizar las grandes tendencias y posibilidades

  • - Innovador: para encontrar los caminos para hacerlas realidad

  • - Tecnológico: para construir las herramientas que esos caminos nos proponen

  • - Impacto: para servir a las personas, a la sociedad y al planeta

Imaginar con audacia esos nuevos futuros a fin de transformar la sorpresa en anticipación consciente. Avanzar con disciplina en la innovación impulsando la cultura del descubrimiento y la curiosidad. Explorar nuevos modelos de negocios basados en la tecnología, buscando esa novedad disruptiva. Diseñar soluciones para un propósito superior, intentando impactar positivamente en la vida de las personas y de la sociedad como un todo.


Ahora bien, ¿en qué tipo de mentalidades debe sustentarse el líder que aspire a la exponencialidad como su modelo de gestión? ¿Cuáles son los estilos de pensamiento que se proponen? Hay una multiplicidad de aspectos, bien diversos y complementarios, que deben ser considerados:

  • - Por un lado, para la faceta de futurista: optimismo, audacia, imaginación y visión

  • - Para la de innovador: curiosidad, determinación, adaptación y resiliencia

  • - Mientras que para su costado tecnológico: indagación, disciplina, flexibilidad y foco

  • - Finalmente para ser un generador de impacto: empatía, pasión, propósito y compromiso

Evidentemente son numerosos y heterogéneos, donde muy posiblemente algunos los tengamos más presentes y otros menos. Requiere desarrollar variados recursos internos, que se ponen en práctica en diferentes momentos, y, desde ya, muchas veces varios de ellos de manera simultánea.



Del mismo modo, son distintas las capacidades, habilidades y competencias que debemos considerar:

  • - Para el futurista: explorar tendencias, ver y conectar patrones, expandir los horizontes y generar historias

  • - Para el innovador: observar y preguntar abiertamente, visualizar posibilidades, generar iteraciones para aprender, conectar con los otros con franqueza absoluta

  • - Para el tecnológico: abrazar la convergencia, identificar las palancas de la disrupción, comprometer a los que adoptan inicialmente y desarrollar socios poco habituales

  • - Para el generador de impacto: potenciar los modelos de negocios sostenibles, catalizar las palancas de impacto, conectar a través de redes, promover la diversidad e inclusión de ideas y comprometer

Evidentemente, cómo pensamos nos predispone a actuar de determinadas formas, es por ello que la descripción no es solamente referida a las mentalidades, sino también a las capacidades, competencias y habilidades. Para pensar, sentir y actuar de manera alineada, coherente y consistente.


En esa dirección, la amplitud del modelo abarca desde cómo los líderes sueñan audazmente para dar vida a nuevos futuros, cómo pueden hacer de la innovación el trabajo diario de todos, por qué todo líder necesita una sana obsesión con la tecnología y cómo todos los líderes pueden hacer del mundo un lugar mejor.


Estos roles están interconectados y potenciados cuando el conocimiento y las ideas fluyen entre ellos. Los cuatro pilares son un sistema holístico de aprendizaje para imaginar, crear, capturar y escalar el valor oculto en un mundo cada vez más complejo y dinámico.


Sintetizando, visualizar los escenarios potenciales, diseñar soluciones innovadoras, abrazar la tecnología que nos acerque a esas soluciones y pensar siempre en el impacto en las personas, la sociedad y el medio ambiente; porque los desafíos del presente y del futuro requieren respuestas novedosas en las que los humanos y la tecnología se sinergicen y potencien.


Inspirar hacia un norte con sentido, reconociendo humildemente que es un camino de aprendizaje permanente. Porque pasamos de tener que saberlo todo a ser aprendices permanentes. ¡Somos actores protagónicos de una construcción apasionante, forjadores de la cultura organizacional y modelamos con el ejemplo desde cada lugar que ocupemos!


- infobae