Ante el aumento de las tasas de interés de política monetaria por casi todos los bancos centrales del mundo, los bancos dominicanos deberían ir anticipando una evaluación de los riesgos pontenciales en sus hojas de balances y planes de negocios, ante una recesión o contracción de la economía de los Estados Unidos, que sumado al incremento de la tasa de interés de política monetaria que recientemente acaba de hacer el Banco Central de la República Dominicana, les impactará de manera negativa.


Desde ya se anticipa que la economía de los Estados Unidos ha entrado en una recesión económica, a confirmarse de manera preliminar que la misma se contrajo en menos un -2.1%, en el segundo trimestre del año 2022. Esto significa, que habrá un impacto negativo para la economía dominicana, reflejándose en menores flujos de remesas, menos turismo, menos inversión extranjera, y menos volumen de las exportaciones dominicanas.


Similares efectos económicos para nuestra economía se recibirá de la zona euro, pero principalmente de la economía de España donde la inflación supera el 10%, el desempleo se ha incrementado, y la economía se está contrayendo más de lo estimado.


A nivel interno, el aumento de la tasa de interés de política monetaria desacelerará la demanda del crédito; se producirán aumentos de tasas de interés activas para todos los sectores de la economía, impactándose la demanda de viviendas, los créditos de consumo de todas las personas, los préstamos a los sectores productivos, sobre todo a los de construcción y micro pequeña y mediana empresa, que son las fuentes generadoras de empleos, junto con turismo, por lo que se anticipa un incremento del desempleo en la República Dominicana.


Los costos de captaciones y colocaciones de cada una de las entidades bancarias se incrementarán, y el impacto en los planes de negocios para los bancos grandes, medianos y pequeños serán diferentes.


Cuando se producen estos incrementos de tasas de interés de política monetaria, los bancos pequeños son los grandes perdedores, porque el costo del efectivo se les incrementa al tener que disponer un mayor aumento de tasas en sus captaciones para mantener los recursos captados de sus clientes, sin embargo, no pueden traspasar éstos aumentos a las tasas de interés activas, dado que los clientes refinanciarían su deuda con otra entidad bancaria.


Dado que el flajelo de la inflación disminuye el poder adquisitivo de toda la población en general, la capacidad de pago de los todos los clientes de las entidades bancarias, se verá afectada, reflejándose en los bancos medianos y pequeños en un aumento de la morosidad ampliada de la cartera de crédito, que es la incluye los créditos castigados, y es la que verdaderamente debe importarle al Supervisor.


Igual suerte, tendrá la morosidad ampliada de los créditos comerciales, porque en el caso que la economía dominicana se desacelere o se contraiga como de hecho será, el desempeño económico de las empresas privadas se verá afectado en cuanto a su rentabilidad, y por igual su capacidad de pago y esto se reflejará en un aumento de la morosidad de los bancos.


En ese sentido, se le sugiere a la Superintendencia de Bancos de la República Dominicana, que propogan a las entidades bancarias dominicana, realizar nuevas pruebas de estrés, ante un deteriorro de escenario macroeconómico y micro financiero con la finalidad de evaluar y anticipar las vulnerabilidades actuales y futura de cada entidad en particular.


Desde el punto de vista del regulador, los ejercicios de estrés resultan relevantes para monitorear los distintos riesgos a que está expuesto el sistema, en la medida en que proporcionan alertas sobre potenciales resultados adversos e informan sobre el capital necesario para enfrentar las pérdidas que pudieran materializarse.


De hecho, las pruebas de tensión son un requisito presente en los estándares internacionales de buenas prácticas de gestión de riesgos tales como Basilea II, donde se requiere el uso de pruebas de tensión en el cálculo directo del capital mínimo regulatorio por riesgo de crédito y mercado (Pilar I), así como en la evaluación interna de la suficiencia de capital de cada entidad de intermediación financiera.


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