“Te necesito”, “no puedo vivir sin vos”, “sin vos me muero”. Todas frases que suelen relacionarse con el amor de pareja, pero que si se analizan en profundidad tienen más que ver con un vínculo tóxico poco sano y más relacionado con la “dependencia” que con el sentimiento.


Suele decirse que para que una persona logre estar bien con otra en pareja, primero es clave estar bien con uno mismo. Y es allí, en carencias afectivas de la infancia, mandatos familiares arraigados donde debe buscarse el origen de una relación basada más en la “dependencia emocional” que en el amor.


“Es muy común que aquellas personas que no han sido criadas con suficiente apego, sea por la circunstancia que fuere, luego, al buscar parejas lo hacen más desde la necesidad de sanar sus niños heridos, poniendo a aquellas personas que eligen en un lugar de salvataje”. Para el licenciado en Psicología y sexólogo Mauricio Strugo (MN 41436), “esto se da como si no pudieran tolerar la frustración de no ser mirados todo el tiempo, tal como tendrían que haber hecho sus progenitores, transmitiendo todos los recursos posibles para poder desarrollarse valiéndose por sí mismos, eligiendo parejas para compartir, es decir, ‘compañeras’ en las que cada uno acompañe y potencie, claro, las actividades que además de la pareja cada uno quiera desarrollar para su vida”.


Es allí, para él, cuando el amor, contrario a lo que muchos creen, no sana, sino que “al revés, puede hacer muy mal e incluso producir en quienes lo sienten conductas más cercanas a la locura que a la normalidad”. “Hay personas que necesitan a sus parejas al igual que un adicto a esa sustancia que consume y el sufrimiento que experimentan cuando les falta es la misma abstinencia inaguantable que se experimenta en todas las adicciones”, profundizó el especialista.


Para la licenciada en Psicología Gabriela Martínez Castro (MN 18627), “en la mayoría de los casos, la persona que está en una relación tóxica siente miedo y rechazo, tanto que tiene que medir sus palabras y actos para no perturbar al otro o no ser amenazado con el abandono o el fin de la relación”. “También desarrolla un alto grado de ansiedad y tristeza en su vida, que compensa con los momentos de felicidad, pero estos son muy pocos en comparación con los malos; pierde la capacidad de autorregularse, necesita al otro para ser feliz y vive en un torbellino emocional, puesto que su bienestar depende de cómo le trate su pareja -amplió la directora del Centro de Estudios Especializado en Trastornos de Ansiedad (Ceeta)-. Constantemente tiene el sentimiento de no ser amado, de dar más de lo que recibe y vive en un estado de alerta constante”.


Al respecto, la psicóloga sostuvo que “las personas que componen este tipo de relación se sienten muy frustradas, con estados de ánimo erráticos, con ansiedad, con depresión con sensación de vacío, con ira, no logran desarrollarse y focalizar la atención en otras actividades de su vida, como puede ser lo laboral, lo académico, lo profesional, lo social”.


Consultado por Infobae acerca de si la dependencia emocional es una manera de relacionarse en algunas personas, y si todos sus vínculos serán “codependientes”, Strugo señaló que “es una manera de relacionarse en determinadas personas cuyas particularidades pueden ser baja autoestima, crianzas en las que ha faltado apoyo y sostén de los padres y pueden someterse a una pareja para compensar esas carencias y también puede ser una manera de relacionarse de personas con conductas adictivas porque así como consumen compulsivamente sustancias pueden vivir el amor hacia una persona de igual forma, como algo que no pueden soltar”.


“Es posible que los vínculos de estas personas dejen de ser codependientes cuando puedan darse cuenta que en el nombre del amor no hay que sacrificar lo individual y puedan resolver lo que en el fondo los lleva a idealizar a sus parejas; todo esto se logra con mucho trabajo terapéutico”, destacó el especialista.


Y amplió: “Una pareja en la que uno de sus miembros al menos necesita al otro para vivir no es un lugar de crecimiento sino todo lo contrario; en un vínculo saludable elegimos a quienes queremos que acompañen nuestras vidas, sin perder autonomía, pueden ser partes importantes de nuestra rutina pero se complementan con otras que también nos enriquecen. Cuando todo es ‘nosotros’ y no hay ‘yo’ y ‘tú’ se pierde la capacidad de ser uno mismo y eso no es sano”.


Sobre cuáles son las señales para identificar la codependencia afectiva, Strugo definió: “Para identificar la codependencia afectiva será necesario poder abrirse a escuchar lo que la gente que realmente nos aprecia nos devuelve acerca de la relación; la idea no es quedarse con una sola opinión porque puede ser subjetiva, pero si varias personas están advirtiendo que una relación está haciendo mal quizás tengan razón y puedan aportar aquello que el protagonista no ve porque está implicado en ella. A nivel personal diría que señales como ansiedad, miedo y desconfianza podrían servir para darnos cuenta que estamos en un vínculo que nos está produciendo sufrimiento”.


En ese sentido, Martínez Castro remarcó que los síntomas que se presentan en una relación tóxica pueden clasificarse en tres dimensiones:


- Actitudes de control y celosía: a uno de los miembros le molesta que su pareja pase tiempo con sus familiares y amigos; controla de forma excesiva sus gastos personales; investiga constantemente sus redes sociales y dispositivos móviles, invadiendo sin permiso la privacidad; planifica la vida de su pareja sin pedirle opinión; la menosprecia e insinúa que es indispensable para su supervivencia; evita que su pareja de su opinión en reuniones, etc.


- Actitudes de falta de respeto y conflictos permanentes: uno de los miembros influye de mala manera para que su pareja cambie su estilo de vestir; le resta importancia a sus logros, incluso a tus virtudes; minimiza sus problemas; la víctima debe ceder constantemente en cualquier discusión; le hace sentir culpable de sus problemas, incluso cuando no tienen que ver con la relación; habla con tono negativo.


- Actitudes tóxicas en el ámbito sexual: si mantienes las relaciones con él o ella a pesar de no tener deseos, sólo para evitar que se enoje.


“La persona dependiente necesita que los otros hagan aquellas cosas que no puede hacer sola puesto que no confía en sí misma ni en su criterio, necesita la opinión y la aprobación para cada paso que da -señaló la experta-. Necesita del otro para sentirse bien puesto que se minusvalora y menosprecia a sí misma; tiene baja autoestima, lo que le hace ser capaz de aguantar vejaciones con tal de mantener el vínculo. Y el problema se agrava si se relaciona con una persona tóxica y entonces ambos caerán en las manipulaciones emocionales, el dependiente a través de la tristeza, el enfado y la súplica para llamar la atención y mantener la relación, y la persona tóxica a través del menosprecio para mantener el control”.


No siempre es fácil detectar a una persona tóxica, aunque tienen algunos rasgos que las delatan, como por ejemplo: son personas egocéntricas, sólo miran por su beneficio; las quejas y el pesimismo son constantes en todos los planes; les gusta ser el centro de atención y asumen el rol de víctima; son personas envidiosas, lo que conlleva a no alegrarse por los logros de los demás; no son felices con su vida y por lo tanto tampoco quieren que los demás lo sean.


La buena noticia es que esta condición “puede tratarse con profesionales que puedan acompañar, al igual que como se trabaja con otras adicciones”, destacó Strugo. “Las personas que sufren este tipo de vínculos probablemente sufrirán muchas recaídas y desengaños hasta que tengan la fuerza suficiente para poder entender que ese ‘agujero’ que queda vacío de la relación es una oportunidad de nunca más llenarlo con alguien y en algún momento ir hacia la búsqueda de relaciones que no vengan a completarnos sino a compartir”, amplió.


Según Martínez Castro, existen dos grandes razones por las cuales una persona no logra salir de una relación tóxica: “La primera refiere a una necesidad de vinculación, sentirse cuidados, protegidos, seguros, sostenidos en los malos momentos y acompañados en los buenos. Incluso los celos y la dominación del otro pueden interpretarse como alguien ‘fuerte’ que nos va a proteger del peligro. Es el miedo a que nadie lo haga, a que nadie esté ahí para cuidarnos y protegernos, lo que mantiene la pareja tóxica. La segunda razón es por miedo al abandono, no a estar solo, sino a ser rechazado, tanto a nivel interno como social, le abruma y angustia profundamente. También el ‘acto de abandono’ le perturba y este miedo está estrechamente relacionado con las necesidades narcisistas y de vínculo”.


La experta recomendó la terapia cognitivo-conductual como tratamiento para personas que se encuentran dentro de una relación tóxica, por ser “breve en el tiempo y focalizada en el problema, y se trabaja sobre los objetivos que tienen las personas, más allá de los costos de poder lograr esos objetivos”.


- infobae