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Un sufrido pueblo 

que de gemir no detiene,

las trágicas consecuencias

de su sendero sangriento. 


Un sufrido pueblo,

que de sentir no detiene,

el trago amargo

de su marginal desastre.


Un sufrido pueblo,

que de vivir no detiene,

el yugo opresor de sus verdugos.


Un sufrido pueblo

que sosiego no ha sentido,

de sus bienes, el desfalco,

su extrema pobreza.


Un sufrido pueblo, 

sin libertad;

del desorden, de la barbarie, 

del pillaje,

de la anarquía sin piedad. 


Un sufrido pueblo, 

que la aridez 

y el estéril polvo

que pisa la plana

y agrietada planta de sus pies,

castiga. 


Un sufrido pueblo, 

con poco a su favor, , 

un pobre pueblo hundido

por el llanto, el clamor y el dolor. 


Un sufrido pueblo, 

muy desfavorecido, 

por las movidas tectónicas

de las naturales placas subterráneas. 


Haití, un triste pueblo, 

que llora y sufre

las desgracias del desastre

complejo, social, geopolítico, natural. 


Un sufrido pueblo 

es Haití, 

Roguemos por él... 


Tal vez se apiaden los dioses

del Olimpo posmodermo,

y cambien así el destino

de su túnel sempiterno.

 

Fuente: Maestro Gerardo Roa Ogando, Director de la Escuela de Letras en la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo


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