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Recurrí a un asistente en tecnología digital para resolver lo que se convirtió en una dificultad para imprimir un documento desde la PC. El técnico se sentó en el escritorio y por varios minutos no localizó dónde estaba el pequeño problema que creaba un impedimento para seguir adelante en lo que trabajaba. Aquí está, dijo con cierto disfrute; este cotejo personalizó la forma de lectura e impresión en el dispositivo. Comentó, sin intenciones de hacer reflexionar, diciendo que en estos medios digitales y electrónicos se aprende haciendo. Sin proponérselo se refirió a los medios pedagógicos a los que ahora, en pleno Siglo XXI, se debe recurrir para educar. Esos medios pedagógicos los han precipitado la pandemia del covid-19, creado por la necesidad de distanciamiento entre educadores y educandos y estos entre sí, por lo que se ha echado mano a la educación virtual o digital, porque lo propicia. Pero una educación en medios tecnológicos y digitales, no puede ser ofrecida igual a como si fuera presencial. La presencial recurre al borrador, la tiza y a la narrativa de un profesor que, sin proponérselo deliberadamente, convierte aquello en memorización.


El método presencial que se ha usado no es educación; educar es aprender los medios para desarrollar un pensamiento lógico, tener iniciativa, creatividad e inventiva. Educar es enseñar a pensar y saber dónde y cómo encontrar, haciendo las necesarias consultas, los conocimientos para aprender lo que se puede hacer.


En los años de cátedras en la UASD utilicé, en muchas ocasiones, la aplicación de exámenes con libros abiertos. Los estudiantes que escogían esa forma de evaluación, sabían que las características del cuestionario se basaba en la búsqueda de respuestas generales, no únicas; respuestas que podían encontrar si habían estudiado y que sólo en la relectura del libro la precisaban al consultarlo.


Este método pedagógico de “aprender haciendo”, parecería que es propio del Siglo XXI, por ser los tiempos de la revolución digital y de la inteligencia artificial. Pero no es así. Ese método pedagógico proviene del Siglo XIX, cuando por los años de 1876, el educador norteamericano John Dewey, basó el método en “Aprender haciendo”. William Kilpatrick lo acompañó con su ‘Método de Proyectos’; todo bajo el entendido de que el proyecto es un plan de trabajo a desarrollar.


El método fue esbozado hace más de un siglo y es ahora cuando se hace totalmente posible ponerlo masivamente en marcha, puesto que el uso de la tecnología digital pone las herramientas.


Desde diccionarios, libros y bibliotecas, consultas de toda naturaleza y disponibles de manera virtual, electrónica y abundante. La sustitución del educando por el educador; es decir, aquello de pretender enseñar haciendo el maestro lo que debe hacer el alumno, equivale a sustituir el aprendizaje por la memorización. El educando en su aprendizaje debe hasta equivocarse y, sin reproches, el maestro invitarlo a hacerlo correctamente.


Los niños y los centennials, menores de 20 años, han aprendido a manejar los dispositivos y aplicaciones digitales, sin que los adultos intervengan; más bien, ellos han adiestrado a los adultos.


Los millennials (35 años), nacidos en la conectividad, son ahora los formados hasta académicamente en cibernética. Estos son tiempos para “aprender haciendo”, transformando la educación disponiendo de las herramientas que ofrece la revolución tecnológica, digital y la inteligencia artificial.

 

Fuente: 
https://www.elcaribe.com.do/opiniones/tiempos-para-aprender-haciendo/


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