padre del liberalismo
Padre del Liberalismo


Por Anthony Almonte

John Locke.  El filósofo que más influyó sobre los pensadores políticos del siglo XVIII fue el inglés Locke (1632-1704), cuyas ideas fueron la piedra de toque del liberalismo durante sus primeras fases. John Locke nació en una aldea de Somersetshire, hijo de un abogado rural que entró de capitán en el ejército parlamentario durante la guerra civil. Presenció, pues, de mozo, excesivo entusiasmo por las asignaturas oficiales, y leyó la obra de Descartes. A pesar de los propósitos de su padre que le destinaba a la Iglesia Locke estudió medicina. 


En 1666 conoció al que más tarde sería lord Shaftesbury, y se hizo médico suyo, pero, sobre todo, amigo. Durante los años siguientes siguió la fortuna de su patrono. Pasó cuatro años en Francia. Lord Shaftesbury conspiró contra el rey y Locke tuvo que exiliarse a los Países Bajos. 


Volvió a Inglaterra en 1689, tras la accesión de Guillermo de Orange, y el nuevo rey le nombró comisario de Apelaciones, cargo que no le agobiaba de trabajo y le permitía cuidar su precaria salud. De joven había sido amigo del químico Boyle, y en sus últimos años lo fue de sir Isaac Newton. La medida de su influjo sobre el pensamiento posterior sólo la iremos viendo al encontrar sus ideas una y otra vez, así en pensadores tales como Montesquieu, como en documentos de derecho público tan característicos como la Constitución de los Estados Unidos.


Locke es uno de los grandes teóricos del conocimiento, además de pensador político. Escribió un Ensayo sobre el entendimiento humano, que apareció en 1690, con el objeto de investigar el origen, certeza y extensión del conocimiento humano, como él mismo dice al principio. El Ensayo refuta la idea platónica de que existen ideas innatas, comunes a todos los hombres.


Aunque su teoría política no siempre concuerde con sus principios epistemológicos, su claridad y solidez debe mucho a ellos. Comenzó a pronunciarse en este terreno con su Ensayo sobre la tolerancia (1667), que venía a abundar sobre los ideales miltonianos y que exultaba puritanismo.


Luego escribió cuatro Cartas sobre la tolerancia religiosa, cuyas ideas ya había plasmado en las Constituciones fundamentales de Carolina, que hicieron de aquella colonia americana un asilo de paz para quienes huían de la intransigencia religiosa de Europa. Pero la cuestión de la tolerancia no puede de por sí constituir una base para la elaboración de una doctrina política. Ésta tiene que girar siempre en torno al poder.


Estado de Naturaleza y Contrato Social.  La lectura del Tratado de Locke, dedicado a explicar el estado de naturaleza, produce la inmediata impresión de que se nos está hablando de una situación abstracta separada de la historia. Siguiendo la tradición iusnaturalista, Locke comienza a analizar la sociedad política a partir del estado de naturaleza, pero en vez de situarlo en un principio de la historia lo describe pura y simplemente, con el propósito de contrastarlo con lo que luego él llamará «sociedad civil». Su concepción del estado de naturaleza sigue al juiciosoHooker en muchos respectos. El Estado de naturaleza es, en sus propias palabras: 


Un estado de libertad perfecta por el que pueden los hombres ordenar sus acciones, y disponer de sus posesiones y personas como quieran, dentro de los límites de la ley de la Naturaleza, sin pedir permiso ni depender de la voluntad de otro hombre. Es también un estado de igualdad, donde todo el poder y jurisdicción es recíproco, y nadie tiene más que otro, no habiendo nada más evidente que el hecho de que las criaturas de la misma especie y rango, nacidas promiscuamente con todas las mismas ventajas de la naturaleza, y con el uso de las mismas facultades, sean iguales entre sí, sin subordinación ni sujeción.


Igualdad y libertad son, pues, los rasgos fundamentales del estado de naturaleza.El paso del estado de naturaleza al civil es por consentimiento, y sólo en su virtud puede ocurrir, ya que los hombres son todos primordialmente libres, iguales e independientes. La sociedad civil se forma mediante un acuerdo mutuo entre todos los individuos de unirse y vivir en una comunidad.


Después del contrato, pues, el individuo debe obedecer los poderes de la sociedad civil, que permiten a su gobierno emitir leyes y establecer penas de todas clases, aunque sólo en favor del bien público. Con ello Locke evita un iusnaturalismo extremo y permite en su teoría el poder y la autoridad de los órganos gubernamentales.


 Locke estaba consciente de las objeciones históricas que podían hacerse contra su idea del estado de naturaleza y del contrato subsiguiente. Por ello afirma que su teoría no se basa en documentos históricos, pues los más remotos son muy posteriores al establecimiento de los gobiernos, sino que se atiene a hechos simples tales como la existencia general de la razón y a condiciones innatas tales como la libertad del hombre.


Lo que Locke quiere demostrar es una igualdad y libertad original en todos los hombres y la voluntariedad de sus organizaciones políticas. Un parlamento es una convención de hombres libres que deciden vivir bajo las reglas del juego por ellos establecido: respeto a la mayoría, poder ejecutivo de sus decisiones, etc. Todo ello responde a la mentalidad pactista y compromisaria de la burguesía inglesa triunfante a finales del siglo XVIII.


La Propiedad y Los Poderes Limitados del Estado. 

 Si por una parte Locke concede poderes plenos al gobierno establecido en virtud del pacto, por otra esa plenitud de poder debe entenderse en el sentido de que, dentro de la ley, puede afectar totalmente a un individuo, por ejemplo, decretando su ejecución. Ese dentro de la ley se refiere, a su vez, a la ley positiva, y no puede afectar a la natural. Por ejemplo, en el sistema lockiano la propiedad privada es intocable, pues, como acabamos de decir, es una de las características del estado de naturaleza, previa, por tanto, a la sociedad civil.


Además, la propiedad privada- puede decirse que está entronizada en la obra de Locke, como lo estará en todo el liberalismo político. La cosa está clara; dice Locke: «El gran y principal fin de que los hombres se unan en comunidades (commonwealths) y de que se sometan al gobierno es la preservación de su propiedad».' A partir de la aparición del Segundo tratado queda establecida la coexistencia en el seno de la doctrina liberal de los dos postulados siguientes: 


  • 1) el gobierno debe representar a todos los hombres; la soberanía es popular.


  • 2) la propiedad privada es un derecho natural del hombre.


Siendo la propiedad privada institución tan principal, la naturaleza del estado se ve directamente afectada por ella, de modo que, según Locke, el estado es un instrumento garantizador del bien de los ciudadanos, de la paz civil, o sea, del libre gozo de sus bienes materiales. La propiedad no es asunto del estado y por ello debe abstenerse por todos los medios posibles de intervenir.


El legado de Locke y Newton La inspiración intelectual de la ilustración vino principalmente de dos hombres ingleses, Isaac Newton y John Locke, a quienes los fi lósofos reconocieron como grandes pensadores. Newton era constantemente señalado y elogiado como “el más grande y más inusual genio que jamás haya surgido para ornamento e instrucción de las especies”. Un poeta inglés declaró: “La naturaleza y las leyes naturales yacen escondidas en la noche; Dios dijo: «Sea Newton», y todo fue luz”. Encantados con el gran diseño de la máquina newtoniana del mundo, los intelectuales de la ilustración estaban convencidos de que si seguían las leyes de razonamiento de Newton podían descubrir las leyes naturales que gobernaban la política, la economía, la justicia, la religión y las artes. La teoría del conocimiento de John Lockeinfluyó especialmente en los filósofos. En su Ensayo sobre el entendimiento humano, escrito en el año 1690, Locke negó la creencia de Descartes en las ideas innatas. En su lugar argumentaba Locke que cada persona nacía con una tabula rasa, una mente en blanco:


Supongamos entonces que la mente es, como nosotros decimos, una hoja en blanco, libre de caracteres, sin ideas. ¿Cómo es que llega a amueblarse? ¿De dónde viene ese vasto depósito que la ocupada e ilimitada fantasía del hombre ha pintado en él con una variedad casi infinita? ¿De dónde obtiene todos los materiales de la razón y el conocimiento? A esto respondo con una sola palabra, de la experiencia... Nuestra observación, ya sea en torno a los objetos sensibles externos, o bien en torno a las operaciones internas de nuestras mentes, percibidas y expresadas por nosotros, es lo que provee a nuestro entendimiento de todos los materiales del pensamiento.4 Por lo tanto, según esta concepción, nuestro conocimiento se deriva de nuestro ambiente, no de nuestra herencia; de la razón y no de la fe. 


La filosofía de Locke implicaba que las personas son moldeadas por su ambiente, por las experiencias que reciben del mundo que las rodea a través de sus sentidos. Al cambiar el ambiente y someter a las personas a las influencias adecuadas la gente podían ser cambiada y se podía crear una nueva sociedad. ¿Y cómo debería cambiarse el ambiente? Newton ya había marcado el camino al mostrar la manera en que la razón le permitía a la gente ilustrada descubrir las leyes naturales a las que todas las instituciones debían atenerse. Con razón los filósofos estaban encantados con Newton y Locke. Juntas, sus ideas parecían ofrecer la esperanza de un “nuevo y valiente mundo” construido sobre la razón.


Bibliografía:

  • Salvador Giner . (1982). Historia del Pensamiento Social. España: Ariel, S.A. 
  • Jackson J. Spielvogel. (2010). Historia Universal. Civilización de Occidente: Tomo 2, Séptima    edición. Mexico: Timoteo Eliosa García.


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