precio


Por Sixto Vladimir Marrero

En esta semana, escuché a alguien mencionar la famosa frase "Todo hombre tiene su precio, lo que hace falta es saber cuál es", atribuida al político francés del siglo XVIII, Joseph Fouché. Esto me llevó a realizar un análisis profundo del mensaje que encierra esta oración.


Al comparar esta frase con las expresiones de las personas, pensé que no, no es cierto que todo hombre tenga un precio. No todo ser humano se vende, ya que algunos salvaguardan sus valores morales y éticos por encima de cualquier precio. Sin embargo, al reflexionar sobre los actos de los individuos, podría decir que sí, todos tenemos un precio. Todos tenemos una debilidad que nos hace flaquear.


En la política y en el ámbito laboral, algunos se venden por dinero o por una posición de poder. Incluso en las universidades, los estudiantes también tienen su precio: obtener una buena calificación, graduarse con honores para conseguir un buen empleo. En fin, si conocemos el talón de Aquiles de cada persona, descubriremos cuál es el precio de cada individuo, ya sea por necesidad o por poder.


Ahora bien, debemos tener en cuenta lo siguiente cuando nos vendemos: ¿Estamos dispuestos a traicionar todo lo que somos por necesidad o por poder, sabiendo que dentro de ese precio también ponemos en venta nuestros valores familiares, morales y éticos?


Un ejemplo de esto sería un pueblo que vende su voto a un candidato a cambio de un plato de comida, ya sea por falta de conocimiento o por la necesidad de obtener alimentos, o el caso de un político que engaña a un pueblo con promesas falsas que luego no cumple, todo por alcanzar el poder y una posición.


No es lo mismo, y nunca lo será. Aunque todos tenemos un precio, ya sea emocional, económico, físico o social, la diferencia radica en que muchos caen en tener un precio por necesidad, algo que no desearían tener. Por otro lado, cuando el precio se relaciona con el poder, se trata más de una decisión moral de traicionar la confianza por el simple hecho de obtener privilegios. Ahora la pregunta es: ¿Tu precio es por necesidad o por poder? Y cuando tienes un precio, ¿vendes tus valores o los conservas?


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