amor utopia
amor novios

Por Sixto Vladimir Marrero 

Acercándose el día de San Valentín, me detengo a reflexionar sobre el día a día y cómo en las redes sociales y en la vida misma, muchas personas intentan definir el amor con palabras hermosas y rebuscadas. Sin embargo, cuando se trata de demostrarlo, las acciones suelen ser vencidas por el miedo y la vergüenza, aplastando lo que muchos llaman "la fuerza más poderosa que mueve el mundo".


Amar es mucho más que un simple beso o la unión de dos cuerpos en una cama. Es velar y proteger a esa persona especial, sacrificando nuestra propia felicidad por el ser amado y, sobre todo, entregándonos desinteresadamente, sin esperar nada a cambio. Y me pregunto: 

  • ¿Realmente amamos a quien tenemos al lado? 


  • ¿O es simplemente un gusto, un placer, una necesidad de no sentirnos solos? 


  • ¿Será que la costumbre es más fuerte que el amor? 


  • ¿Y cómo podemos amar a otros si tenemos miedo de estar a solas con nosotros mismos, si no nos dedicamos un espacio para conocernos y amarnos? 


Nuestros vacíos emocionales no deben ser excusas para atar a alguien a nuestro lado. Amar es libertad, es llenarnos de amor y desbordarnos para buscar la felicidad del ser amado, ya sea a nuestro lado o al lado de alguien más. Sin embargo, hoy en día, el amor no es egoísta, pero esclaviza y se adueña de las personas. 


El amor es bondad y bienestar para el ser amado, pero a menudo maltrata e hiere a quien amamos. 


  • ¿Será que aquellos que definieron el amor cometieron un grave error y que dicho concepto se aleja de lo que se vive y se siente? 

  • ¿O es que nuestra autoestima es tan baja que no nos valoramos a nosotros mismos y pretendemos que otros nos valoren?


Aquí hay algo para reflexionar: por razonamiento lógico, todos pedimos sinceridad, pero sentimentalmente rogamos que nunca se nos diga la verdad. Como seres humanos, somos tan chantajistas que a menudo lo hacemos con nosotros mismos, mendigando migajas de amor y solo recibiendo lástima de alguien que nunca nos amó y a quien no queremos dejar ir. 


Aprendamos que la verdadera felicidad está en amarnos y aceptarnos tal como somos. Esa es nuestra gran riqueza, lo que tenemos y valoramos. Amar es el motor que impulsa nuestro cuerpo a obrar en bien a favor de los demás. 


El amor se expresa con palabras y detalles, pero se demuestra con hechos. Hagamos que el amor que habita en nuestro corazón fluya como un manantial cristalino y fresco que acaricie a todos los que nos rodean.


Para leer más artículos de Sixto Vladimir Marrero, da clic aquí