"Se trata de un sentimiento, particularmente violento, no de un principio. El ‘ojo por ojo’ pertenece al orden de la naturaleza y del instinto. Si el crimen pertenece a la naturaleza humana, la ley no pretende imitar tal naturaleza. Está hecha para corregirla."

-Albert Camus.


Desde tiempos muy antiguos la ley del Talión rezaba “Ojo por ojo, diente por diente”. Quién pensaría que hoy veríamos los vestigios de un mandato tan infame y desleal a la existencia humana. La pena de muerte es la condena que se aplica a personas que han incurrido en actos que se consideran inhumanos, pero el simple hecho de inquirir una venganza por un error humano, cuestiona los niveles de bondad de las personas y hace que nos preguntemos cómo se debería medir la maldad, ya que si una persona tiene el derecho de matar a otra por un asesinato, todas las personas deberían tener derecho a realizar atracos a causa de la ola de delincuencia que se ha desatado en todo país, y eso, República Dominicana es uno de los países menos agravado en casos de narcotráfico, secuestro e implementación de armas nucleares. Si matar es algo tan grande como para decidir hacerle lo mismo a otro individuo, entonces se debe universalizar otros rangos de maldad de igual calibre y abanderar la pena de muerte como un santo remedio a la humanidad. Por tanto, la pena de muerte no es viable bajo condición alguna. Sebastián Castellión lo expresó muy bien cuando dijo “Matar a una persona por defender un ideal no es defender un ideal: es matar una persona”. A favor de la pena de muerte está la afirmación de que al ejecutar a los criminales se impedirán más crímenes, y que la sociedad estará mejor al haber sacado de circulación a sus peores criminales y haber salvado a quienes hubieran sido sus víctimas. Sin embargo, un estudio de 36 años de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU, concluyó que no hay evidencias de que la pena de muerte sirva para intimidar y así reducir los crímenes. Cosa que demuestra que sólo se ha implementado como una forma de terrorismo. Incluso, es sabido que esta forma de castigo es utilizada, esencialmente, en países con regímenes dictatoriales donde se quiere castigar a los disidentes políticos y a minorías perseguidas como en China, Irán, Arabia Saudita, etc. De a poco, la pena de muerte se va erradicando en el mundo. Por ley o de facto, ya la han abolido 160 países. En América del Sur y Europa no existe de forma explícita, aunque unos pocos países la contemplan para casos de guerra. Y es que tomar tal represalia sólo terminaría con la erradicación del derecho a la vida proclamado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, entonces, nos deberíamos preguntar ¿qué sigue? ¿Cuáles consecuencias traería aprobar la pena de muerte? Todo conduce a que la aprobación de esto simbolizaría un retroceso de la evolución humana. Al convertirse el Estado en dueño de la vida y la muerte, puede ser visto como un ejemplo a imitar y generar lo contrario de lo que se busca: una espiral de violencia social. 


El hecho de que el estado le quite la vida a una persona podría provocar que la sociedad le quite la vida a otros ciudadanos, provocando más violencia de la que se quería disminuir. Es de saberse que la justicia comete errores y muchos inocentes podían salir perjudicados siendo impunes. ¿Qué ocurriría en República Dominicana teniendo graves problemas de institucionalidad y de acceso a la justicia? Un país donde puedes zafarte de cualquier crimen mostrando unos cuantos pesos en el bolsillo, y se llega al extremo de armar un “rebú” para que le sean aplicados cinco años, a lo sumo, como pasó recientemente en el polémico caso de Emely Peguero. En sí, la discriminación en la aplicación de la justicia y la falta de recursos para defenderse, provoca que los pobres y miembros de minorías tengan más probabilidades de ser condenados a muerte. Un amago futurista para el país y el mundo, lo que desecharía todo imperativo de pena de muerte. 


Lo que ocurre actualmente en República Dominicana es fruto de una dejadez significativa en materia de compromiso social. El abuso que nuestros gobernantes han cometido durante tanto tiempo hoy se pone de manifiesto en la sociedad a través de la violencia. No es por justificar a los delincuentes, pero los gobiernos han favorecido el caos que tiene la nación. La mala distribución de las riquezas, tanta corrupción sin consecuencias y la falta de educación en sentido general, ha encauzado unos niveles de desigualdad social alarmantes, trayendo consigo muestras de violencia. Al final, lo que se visualiza es el abandono del gobierno a la sociedad, y sin más ni menos, la gente quiere sobrevivir, pero no se les dan las condiciones para hacerlo de manera digna y honrada, así que construyen a su modo, con lo que tiene en sus manos. 

¿Cómo sería posible aplicar la pena de muerte en República Dominicana si los culpables y responsables de los flagelos que arropan todo el territorio nacional son los políticos que no han cumplido ni mínimamente con las demandas sociales más elementales? Al analizar esto queda resuelto que la pena de muerte es el signo peculiar de la barbarie, tal como lo expresó Víctor Hugo. Si el país se torna a esta forma retrógrada de defensa humana, volveríamos al espectáculo de las inquisiciones y a una era netamente trujillista.

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